30 oct 2013

Van pasando los años

Van pasando los años, ya van unos cuantos. Y de momento, todo sigue igual. Ninguna verdad se me reveló con absoluta claridad. No sé quién soy, no sé qué hago en este mundo, no sé por qué estoy vivo ni para qué me sirve ser consciente de ello. Tener consciencia de mi propia existencia es algo que, de hecho, me fascina. Todo el mundo es consciente de sí mismo, todo el mundo es consciente de algo, pero nadie que yo conozca es absolutamente consciente de todo. ¿Para qué tener conciencia si no sirve para comprender, si ni siquiera asegura una acción recta y amorosa? Salvo que la conciencia no sea ningún final, no sea algo acabado, sino algo por hacer, algo que se halla en proceso de llegar a ser. Una conciencia imperfecta que evoluciona, sin embargo, hacia horizontes más amplios, de mayor conocimiento y compasión. Tal vez como individuo no sea gran cosa, pero ¿y si fuera un elemento más, tan único como prescindible, de esa gran conciencia universal que va emergiendo lentamente desde la materia y la vida a través de una humanidad que apenas ahora está despertando a su destino? ¿Y si el siguiente paso a esta conciencia individual, todavía pobre, todavía lejos de su máximo esplendor, fuera una conciencia colectiva, alimentada y soportada por millones de seres humanos en permanente conexión, una conciencia común para una nueva esfera del ser, esa noosfera de la que ya otros nos hablaron antes? Sin duda, esta es mi esperanza. Y de alguna manera, a ella me aferro.
Mientras llegan las respuestas, vivo los días con calma, feliz de poder amar y ser amado, de ver salir el sol cada mañana y ponerse al atardecer, de tener un cobijo donde refugiarme y sentir que a mi alrededor reina la paz. Seguro, dentro de mis dudas, de que no cabe otro futuro para la humanidad que el de la paz. De que esta conciencia, de la que ignoro casi todo, seguirá evolucionando hasta preñarse completamente de amor y hacer que la paz lo sea todo en la Tierra. Los años van pasando, y aún sin respuestas, la vida sigue.

PD. Aunque a veces me gustaría tener la convicción de quienes creen, también me pregunto qué puede ser creer sin dudar, ¿no hay punto de auto-engaño en una verdad que se presenta sin fisuras? ¿Y no es dudar una manera piadosa de creer?